jueves, 11 de febrero de 2016

ROBANDO RECUERDOS



Como siempre ocurre, está por llegar una nueva mañana con toda su magia y luz que de a poco alumbra las ruinas de lo que fue aquella casa. 
Sabes: los escombros me atraen, escasamente hablamos, me basta con mirarlos. La constante observación es una táctica para imaginar el misterio que guardan; esas mil y un cosas que para otro son sus recuerdos mientras finjo, no prestar atención al tic-tac de este reloj sin péndulo que no olvida que es de madrugada.

Quizá los que aman a personas como yo (raras) no logren acostumbrarse nunca al vagar por las noches, a estos diálogos eternos que tenemos con el silencio, con los recuerdos ajenos y al extravío de nuestras miradas, lo entiendes tú, lo entiendo yo, lo entiende el silencio y la madrugada, el tic-tac del reloj, el escombro y con eso basta.

Es, esta abstracción de todo cuanto nos rodea cuando florece dentro el pensamiento, la imaginación se inspira y reconstruye desde los escombros de esas ruinas para transformarse en esa luz tan necesaria que llega puntual a la cita, justo al amanecer y que piadosa se posa sobre nosotros como en las ruinas e ilumina las ventanas y entonces, todo tiene explicación. La capacidad de serenar la más furiosa de las tormentas, esa luz la acuna, la resguarda y permite que penetre profundo como ligera brisa para acariciar el alma. En esta necedad de volver sobre las ruinas y la sed de sentir su amor en un abrazo que como siempre interrumpe el despertador y hace volar al sueño.

Tienes todo el derecho a pensar que no soy normal, te entiendo.

Ser fugaz en cualquier ciudad me otorga el privilegio, de saberme lejos y tan cerca de la nostalgia, eso, aunque te cueste comprenderlo, me llena de optimismo, guardo siempre la esperanza de encontrar nuevas ruinas, recuerdos ajenos que yacen escondidos en el misterio del escombro esperando siempre (como yo) ¡La luz del alba en las ventanas!
Y porqué no, el llanto de vez en vez en compañía de un recuerdo ajeno que con la humedad se hará más fuerte en su fragancia.

No, no te equivoques, no hay ruinas en mi corazón, es por ello que cada madrugada las busco, en pos de algún sentimiento sobrecogedor que hubiesen olvidado en alguna de sus esquinas y ande deambulando por ahí entre los escombros cual fantasma. Imagino lo terrible que debe ser para él, convertirse en mis palabras, tan vacías de métricas, de metáforas e incapaces de hacer justicia a su importancia en otra hermosa vida.

Sin embargo, a pesar de él, de mi, de ti, de la madrugada.

El alba acude puntual como siempre a nuestro llamado, se acuna en mi mirada, en su escombro, en tus ojos y desde ahí ilumina todas las ventanas, rompe el silencio cómplice que nos acompañara y susurra suavemente al salir el sol: Gracias y que aún ama.

Tizzia Holwin
Fotografía de Antonio Holguín
Cd. Jiménez Chihuahua.

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