jueves, 11 de febrero de 2016

HEGEMONÍA



Sobre nuestro tiempo
y tu recuerdo habré de instalarme,
en pos de una aventura 
con los brazos abiertos, buscándote en el aire,
en esta ausencia presentida
cabalgo airosa los océanos,
capeando temporales con el palpitar dudoso
y la obscuridad que yacen dormidos en la memoria.
Perseguida voy,
por el verso aún no conseguido
y el relato aquél que tantas veces los dos charlamos,
con la poesía mordiendo un alfabeto
de palabras que compusimos alguna noche a su orilla.
A lo lejos,
altiva se yergue tu figura cuál mastín
y a él presurosa, aferro mi alegría
silbando al viento la blancura de tus canas
hasta alcanzar el archipiélago
que fueron nuestras guardias en vigía,
cuando juntos espiábamos sin pena
la secreta danza
que mantienen las estrellas.
Las lágrimas enamoradas sobre el agua
de aquella luna
al consorte que no extraña,
en esa humedad te reconstruyo
en un compás
que marca el círculo fugaz de una inefable espera
en esos ojos tan profundos,
que solo el silencio comprendiera.
¡Atlas Universal!
sigues siendo el fuego ardiente en mi quimera
el amado aquél,
que solo en sueños yo poseo
cuando la nostalgia piadosa de mi dolor
se acuerda,
y cuál ave en jaula, amorosa lo libera.
Y es tu forma de bugambilia alta
que hoy florece esbelta en la distancia,
la que labra con ternura esta visión-refugio
de desierto azul que tu llamaste espuma,
Tizzia pronunciada por tus labios
cincelando toda piedra
emergida como isla y futura costanera.
En mi tierra firme, que es tu polvo
he fundado yo una casa
edificando sin saberlo
ciudad, vereda y pueblo,
en la hegemonía de amores tan extraños
que trazando van campos y flancos amarrados
a la sintaxis que habitara desdentados labios,
y hoy son,
tesoro de mis valles.

Tizzia Holwin

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