En el silencio anidado en mi garganta
y un dolor adormecido en el alma
es ésta, mi pluma... quien habla
es ella quien escribe, la palabra.
Insistentemente, te nombra, te llama
entre rimas y éstos versos tristes
entre recuerdos por las noches
hasta la inevitable llegada del alba.
Y si mis dedos acaso se negaran
navega en el mar de mi pensamiento
entre las olas de verbos y letras.
Con el deseo incesante por escribir
de tus mieles ojos y hermosa mirada
y suspiros que escapan por la ventana.
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